Ella era violenta. Últimamente no se la veía enfrentándose a algo que no fuera el hambre, pero su complexión era violenta, su mirada era violenta, su voz era violenta. Era grande, brusca y opaca. Atraía pero no era bella, era turbia. No cautivaba, sólo era imposible no verla. En su mundo trataba de pasar desapercibida,Sigue leyendo “Hambre (II)”